
La economía china viene mostrando en términos generales una admirable resiliencia ante las dificultades
Los hechos: como viene siendo habitual, al aproximarse cada fin de trimestre, una pléyade de análisis y previsiones se dan cita para hablarnos de la economía china. El año en curso empezó con previsiones en torno al 6% anual –Yu Yongding nos contaba en febrero en Project Syndicate como, tras el final de la política de cero COVID, la economía china volvía a la vida- y aunque no faltaron agoreros, las cifras del primer trimestre fueron muy buenas. En marzo, el Banco Mundial, apuntaba que la recuperación de China traccionaba de unas economías asiáticas que destacan en un contexto de desaceleración mundial.
Con estos precedentes, las fuentes chinas se lanzaban con júbilo a festejar que en su revisión de las perspectivas de crecimiento mundial para 2023, el Banco Mundial revisará “al alza el crecimiento de China en más de un punto porcentual hasta el 5,6%” (CGTN) En esa misma línea, se manifestaba Economist Intelligence (2023) indicando el mismo 6 de junio: “Pronosticamos que la economía china crecerá un 6,1 % en 2023 (frente al 5,7 % anterior). La recuperación estará impulsada por los consumidores, ya que la salida de la política de cero COVID del país ha desatado una demanda reprimida de bienes y servicios.”
Por supuesto, también encontramos la tendencia opuesta. Y así, el 16 de junio, Reuters publicaba una nota con el titular: “Los principales bancos recortan las previsiones del PIB de China para 2023 a medida que la recuperación se tambalea”. Una idea que fue rápidamente divulgada por distintos medios de comunicación generalistas de todo el mundo.
Para no perder de vista. Frente al baile de números y los resúmenes de encuestas como la “Encuesta de Confianza Empresarial 2023” de la European Chamber en China -con un claro mensaje político hacia Pekín- recomendamos que, a modo de señales en la oscuridad, los responsables de las Administraciones y empresas navarras observen los movimientos de los políticos y empresas europeas con más intereses en China o, por decirlo en términos cinematográficos, que “sigan el rastro del dinero”. Aquí resulta interesante la posición de Francia, que no se deja amedrentar por las presiones estadounidenses a la hora de vender determinados productos que Washington apunta como susceptibles de tener tecnología de doble uso. El comercio bilateral entre Pekín y París superó en 2022 los 100.000 millones de euros. Francia apuesta fuerte por seguir incrementando la presencia de empresas en China -como demuestran los 60 directivos de empresas francesas que acompañaron a comienzos de abril al presidente Macron en su visita de Estado al gigante asiático-, pero también desea atraer inversiones chinas a sectores estratégicos como el de la automoción o nuevas energías. De atraer inversiones y de trazar su hoja de ruta con China, más allá de los discursos de Bruselas, puede dar lecciones Alemania.
La diplomacia alemana hace equilibrismo para sintonizar con la idea de rivalidad y competencia impulsada por la Comisión Europea, pero pone el acento de los hechos en China como un socio estratégico de la economía germana. Es algo que se ha visto muy claro en la reciente visita del primer ministro Li Qiang a Berlín y Baviera. Una visita en la que mantuvo encuentros de alto nivel -por supuesto con Olaf Scholz- y culminó con acuerdos comerciales con empresas alemanas. La intensidad -y complejidad- de la relación chino-germana daría para muchas páginas pero, para muestra, un botón: cuando Europa pone en cuarentena -para su mal- la tecnología 5G de China, Timotheus Höttges, el jefe de Deutsche Telkom (la empresa más grande de Alemania) afirma estar preparado para enfrentarse a la Comisión Europea y quedarse con la tecnología de Huawei.
Por último, si los ejemplos de Francia y Alemania no bastan para convencerse de cómo las transformaciones en la economía china están generando oportunidades de negocio, podemos consultar las fuentes de Estados Unidos sobre su relación económica con China. Según el último informe del US-China Business Council (2023) “Las exportaciones estadounidenses a China sostienen una amplia franja de la economía estadounidense”. Según los últimos datos disponibles, China fue el tercer mayor mercado de exportación de bienes de Estados Unidos en 2022 y el sexto mayor mercado de exportación de servicios en 2021. De la relación con China -apunta el texto- dependen más de un millón de puestos de trabajo (al igual que de Canadá y México) estadounidenses. Y aunque, por supuesto, sabemos que hay problemas, las exportaciones de bienes estadounidenses a China aumentaron un 1,2% en 2022, lideradas por las semillas oleaginosas y cereales que, claro, son menos sexys que los semiconductores que, por cierto, junto con el petróleo también están entre los principales productos exportados a China.
El punto de vista de la consultora Herrera Zhang. Es de esperar que, a lo largo del mes de julio, tengamos los datos del segundo trimestre del 2023 pero, quinielas aparte, lo cierto es que la economía china viene mostrando -en términos generales- una admirable resiliencia ante las dificultades. Es de esperar que la recuperación, tras la eliminación de las restricciones relacionadas con la pandemia, continúe. Especialmente en lo relacionado con la capacidad de consumo. La solicitud de visados y la recuperación de los viajes al exterior son pruebas de esa ambición de normalidad.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta, que todavía estamos en una etapa temprana de recuperación y los resultados no son iguales en todas las industrias y sectores. En lo micro, habrá que estar atentos a los indicadores de confianza de los hogares y empresas chinas. Pero, como titulaba Yu Yongding en el artículo con el que abríamos esta pieza, nosotros también creemos que este será “un buen año para la economía china”.
*Artículo elaborado por Herrera Zhang, consultora especializada en el mundo chino
Para saber más (por orden de citación):