El crecimiento económico que ha experimentado India en las últimas décadas supone un reto para reducir las emisiones de CO2 en un país que se ha convertido en el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo
India, actualmente el tercer mayor emisor de CO2 del mundo, ha avanzado significativamente en sus esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de ser responsable del 7% de las emisiones globales, las emisiones per cápita de India de 1,9 tCO2/habitante son notablemente inferiores al promedio mundial (4,7 tCO2/habitante). En este sentido, India ostenta las emisiones per cápita más bajas entre las naciones del G20, posicionándola como un actor clave en la transición global hacia una economía baja en carbono.
India se convirtió este año en el país más poblado del mundo, con 1.400 millones de habitantes, superando en este ranking a China. A medida que la nación avanza con el crecimiento económico más fuerte entre los países del G20, la demanda de energía se incrementa exponencialmente. En la búsqueda de un futuro sostenible, India se encuentra a la vanguardia de una transformación energética monumental. Impulsada por una fuerza laboral joven y educada, India necesita estar preparada para afrontar los retos exigidos por la nación con el segundo PIB más grande (en términos de PPA) en el mundo, tan solo por detrás de China, dentro de los próximos 30 años, gracias a un crecimiento anual sostenido por encima del 6%.
Este crecimiento económico supone un reto para las autoridades indias. No tan solo será necesaria la realización de una transición energética hacia unas energías limpias, sino que además deberá proveer de un incremento de capacidad anual importantísimo derivado del aumento de consumo per cápita. La Central Electricity Authority of India estima que en 2030 las necesidades energéticas del país alcanzarán los 817 Gw frente a los 482 Gw de capacidad instalada en 2023.
El país ha realizado avances muy significativos en el suministro de energía a su población. Tan sólo hace poco más de una década (2010) el suministro eléctrico tan solo alcanzaba a un 75% de la población, mientras que en la actualidad el 99% de la misma tiene acceso al mismo, gracias al programa “Power for all”, apoyado en fuerte medida en fuentes de energía renovable.
El sector energético representa el 47% de las emisiones de gases de efecto invernadero de India, mientras que la industria, el transporte, los sectores residencial y terciario contribuyen al resto. La transición de India hacia fuentes de energía renovable y la reducción de la dependencia del carbón son fundamentales para frenar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien India enfrenta desafíos significativos en esta transición, también tiene una importante oportunidad para liderar el cambio global hacia una economía ecológicamente sostenible.
El papel del carbón en la matriz energética de India
India es uno de los mayores productores y consumidores de carbón del mundo. El carbón representa el 70% de la capacidad de generación de energía de India y el 75% de la generación de energía del país proviene de centrales térmicas de carbón. El carbón es una fuente de energía barata y abundante en India, lo que lo convierte en una opción atractiva para satisfacer la creciente demanda de energía del país. En 2022, la producción de carbón se incrementó un 14% a consecuencia de la crisis energética derivada de la invasión rusa de Ucrania.
Sin embargo, el uso del carbón también tiene un impacto significativo en el medio ambiente y la salud pública. La quema de carbón emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero y otros contaminantes atmosféricos, como el dióxido de azufre y el óxido de nitrógeno. Estos contaminantes pueden tener efectos negativos en la salud humana, como enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Pese a tener un ratio de emisiones per cápita bajo en comparación a países desarrollados, no cabe ignorar que India tiene un grave problema de contaminación y de emisiones a la atmósfera. A consecuencia de su enorme población, India es el tercer emisor de CO2 mundial y se encuentra entre los países más contaminados del mundo.
La contaminación del aire debido al uso del carbón en India es un problema significativo que afecta la salud de la población y contribuye a la degradación ambiental. India ya ha sido testigo de un aumento de la temperatura y precipitaciones irregulares en los últimos años. Muchos terrenos de cultivo han sufrido inundaciones devastadoras, olas de calor o estrés hídrico, que han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares a causa de la destrucción de sus cultivos.
El sector energético es el principal generador de emisiones a la atmósfera, representando el 47%, seguido de la industria con un 34% (incluyendo la combustión directa de combustibles y los procesos), el 12% proveniente del transporte y el 7% de los sectores residencial y terciario.
El compromiso por la transición energética
India careció de agenda política y compromisos climáticos durante años. Durante la COP26 en Glasgow, el primer ministro Modi anunció el compromiso de la India de lograr cero emisiones netas para 2070. El objetivo fijado es más dilatado en el tiempo en comparación con el objetivo habitual para 2050 de la mayoría de los países del G20. No obstante, sigue siendo un paso importante en el compromiso hacia una transición energética.
De forma significativa, india apuesta también por la energía nuclear como piedra angular en su proceso de descarbonización. India prevé un despliegue masivo de centrales nucleares con el objetivo de alcanzar en 2050 una capacidad de 1900 TWh, convirtiéndola de lejos en la mayor potencia a nivel mundial (se estima que generará más de 1/3 de la energía atómica mundial). Partiendo de un modesto 1,4% del mix energético actual, India estima que en 2050 más del 25% de la energía será generada por las nuevas centrales nucleares. Para ello India ha aprobado la construcción de 21 nuevos reactores que deberán estar operativos antes de 2030.
Pese al importante papel de la “ecologizada” energía nuclear en la transición energética, sin duda la principal fuente de suministro energético en el futuro debe provenir de energías renovables como la fotovoltaica y la eólica. India ha determinado como meta a corto plazo alcanzar un 50% del share energético proveniente de fuentes renovables para el año 2030. Esta cifra se cuantifica en 500 Gw, lo cual supone un incremento masivo desde los aproximadamente 180 Gw actuales, de los cuales 67 Gw provienen de la energía solar y 43 Gw de la eólica.
Durante los últimos años, India ha apostado por la energía solar como principal fuente renovable, pese a haber consolidado una muy importante industria eólica en el país, llevándole al cuarto puesto mundial. Sin embargo, desde la modificación del sistema de subastas energéticas en el año 2017, esta industria se encuentra en el carril lento, sin acabar de encontrar la forma de volver a reactivar el mercado y utilizar todo su potencial. El Gobierno Indio parece haber encontrado en la eólica offshore una nueva motivación para la reactivación del sector, pese a que ésta presenta muchos mayores retos que la más que consolidada eólica onshore. Los principales obstáculos a los que la industria se ha enfrentado durante los últimos años, como son la disponibilidad de terrenos y la conectividad a la red, no están presentes en la industria offshore, si bien es ingenuo ignorar que los retos, si bien distintos, no son de menor índole.
El camino de la energía solar es el diametralmente opuesto. Las reticencias iniciales por la apuesta por la energía fotovoltaica fueron derribadas a mitades de la década pasada al comprobar el potencial de una fuente de energía inagotable en un país con más de 300 días de sol al año. Además, a diferencia de la energía eólica que requiere de una intensidad determinada de viento, puede ser instalada prácticamente en cualquier localización, eliminando la hiperinflación de los mejores terrenos, uno de los principales obstáculos con los que se encuentra la energía eólica.
El principal obstáculo venía determinado por la dependencia casi absoluta de las importaciones de paneles solares desde China, enemigo comercial histórico de India.
A fin de reducir esta dependencia, el Gobierno Indio incorporó la fabricación de módulos solares al Production Linked Incentive Scheme, el programa de grandes incentivos del Gobierno Modi para desarrollar su estratégico “Make in India”. De esta manera, los fabricantes y exportadores de módulos reciben grandes subsidios a la producción (incremental) de determinados productos categorizados por el gobierno como estratégicos.
La incorporación al PLI tuvo efectos inmediatos, habiendo en la actualidad más de 10 productores locales que se han acogido al programa. Sin embargo, el país está todavía muy lejos de ser autosuficiente, por lo que la realidad del impacto presenta todavía muchas incertidumbres. De igual manera, la escalabilidad real del proyecto es cuestionable. La disponibilidad de sol es una cosa, y la capacidad de convertirla en una fuente masiva de energía es otra bien distinta.
Para su promoción, el Gobierno ha generado numerosos programas de incentivos a la instalación de grandes parques solares (como el realizado en el desierto de Rajasthan, con más de 57 km2 de paneles, considerado en su momento el más grande del mundo, así como de instalaciones individuales para el autoconsumo. Por ejemplo, los agricultores pueden recuperar el 90% de la inversión en bombas de agua propulsadas por energía solar. De igual manera, las instalaciones de autoconsumo doméstico han supuesto una gran solución para la india no electrificada.
Pese a que ambas fuentes de energía son viables y con un enorme potencial en India, ambas presentan sus carencias. En el caso de la energía eólica, su impredecibilidad, y en el caso de la energía solar todo lo contrario… por la noche es seguro que no hay sol.
La combinación de ambas energías parece ser una vía para solucionar este suministro sostenido. El Gobierno Indio ha optado por las fórmulas mixtas (round-the-clock) para subastar proyectos en los que se combinen fuentes fotovoltáicas y eólicas e incluso con el factor añadido de almacenamiento de energía. El objetivo es que estos parques híbridos suministren energía de forma garantizada las 24 horas del día. Este almacenamiento de la energía se ha convertido en uno de los pilares del éxito de la viabilidad de la apuesta por las energías renovables según el Gobierno de India. Por ello, en agosto de 2023 ha promulgado la National Framework for Promoting Energy Storage Systems, con el fin de alcanzar un sistema de almacenamiento de energía (renovable) en 2030 de 336 Gw/h.
Indudablemente India se enfrenta a un reto de dimensiones enormes. No tan sólo debe ser capaz de duplicar su capacidad energética en menos de una década, sino que lo debe hacer de forma sostenible ecológicamente y sin comprometer su desarrollo económico. Probablemente nunca ningún país en la historia de la humanidad se ha enfrentado a una tarea semejante. Es un ejemplo más de la dificultad de gobernar a un país que alberga a una de cada seis personas de nuestro planeta, y que crece más rápido que ningún otro. Nadie dijo que sería fácil.
Fuentes: