
Análisis sobre las implicaciones que puedan tener las reciente tensiones entre China y Taiwán para las relaciones comerciales de las empresas
La visita el pasado mes de agosto de Nacy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, a Taiwán fue el detonante de la que ya es denominada como cuarta crisis del Estrecho. Además de un despliegue militar chino de una magnitud nunca vista, las autoridades de la República Popular aplicaron un paquete de sanciones sobre determinadas empresas y productos taiwaneses. Con la sombra de Ucrania muy presente, el riesgo derivado de un hipotético conflicto militar no ha pasado desapercibido en las empresas extranjeras a ambos lados del Estrecho que, en determinados casos, han realizado consultas sobre planes de contingencias para abandonar China o Taiwán en busca de destinos alternativos como Singapur u otros países de Asia-Pacífico.
El estrecho de Taiwán es uno de los puntos más transitados del mundo. Según Bloomberg por este punto del planeta navegan el 88% de los buques portacontenedores más grandes. El Estrecho es la principal ruta con los mercados y centros de fabricación de China, Corea y Japón y, por tanto, ante la alteración del tráfico marítimo en el área -como ocurrió como resultado de los ejercicios militares del ELP- es normal que las empresas tengan miedo a que, una mayor inestabilidad en la región, supongan importantes alteraciones de la cadena de suministro global. Sin embargo, tras la finalización el pasado 10 de agosto de los ejercicios del ejército chino, el tráfico marítimo de mercancías está volviendo a la normalidad más allá de ocasionales cuellos de botella fruto de la militarización del área, de la que también participan los buques de guerra de distintas naciones -principalmente estadounidenses- que estos días navegan en el Estrecho, y cuya presencia no es recogida generalmente por los medios de comunicación.
Respecto a las sanciones de carácter económico, estas han sido diseñadas con precisión quirúrgica y son de pequeño alcance en el marco general de los intercambios económicos entre la isla y el continente.
Otro tema en la conversación pública sobre la crisis del Estrecho es la cuestión de los semiconductores y la importancia capital de la isla como fabricante. No es para menos. Solo la taiwanesa TSMC representa el 53% del mercado mundial. Dado que la demanda de semiconductores va pareja al proceso de digitalización, es previsible que Taiwán siga incrementando su valor en esta industria. En este contexto, puede resultar tentadora la idea de que China precipitaría un conflicto por el control de Taiwán y así poder tener acceso a tecnologías vitales para el futuro. Al contrario, precisamente la dependencia de China de las capacidades taiwanesas en la fabricación de semiconductores implica que la estabilidad en la región sea esencial para su economía y su proceso de desarrollo. Debe tenerse en cuenta que China representa el 60% de la demanda mundial de semiconductores y, a pesar de sus esfuerzos por avanzar hacia la autosuficiencia, sigue dependiendo de los suministros de Corea del Sur, Japón y, por supuesto, Taiwán.
La cuestión de Taiwán tiene un fuerte contenido político, histórico y emocional para China. Las empresas deberán estar atentas a la posición y, sobre todo, a los hechos de Estados Unidos en referencia a la política de “Una sola China”. En esos movimientos estarán encerradas las respuestas de las autoridades chinas. Respuestas que, en muchos casos, pueden ser de naturaleza práctica y afectarán a la gestión empresarial sobre el terreno.
Una de las cuestiones que se debaten en lo referente a las relaciones entre Taiwán y China es, hasta qué punto, se trata de hecho de un mercado económico unificado. Son muchas las empresas occidentales que, por distintas razones, toman Taiwán como lugar para instalar su cuartel general en lo que denominan “Área de Gran China”. Sobre esta cuestión hay opiniones para todos los gustos pero lo cierto es que desde 2010, fecha de la firma del Acuerdo Marco de Cooperación Económica (ECFA por sus siglas en inglés) entre Taipéi y Pekín, las relaciones económicas entre ambos lados del Estrecho no han hecho sino intensificarse. China continental (con más del 40%) es el principal mercado de exportación para Taiwán. El volumen de los intercambios comerciales entre ambos lados del Estrecho en 2021 alcanzó los 2,12 billones de RMB (312,4 mil millones de dólares estadounidenses) con saldo positivo en favor de Taipéi.
A pesar de las tensiones, como acertadamente titulaba en artículo reciente Tiejun Zhang, “China no es Rusia; Taiwán no es Ucrania”. De hecho, Pekín lanzó el pasado 10 de agosto, bajo el título La cuestión de Taiwán y la reunificación de China en la nueva era, una edición revisada de su libro blanco sobre Taiwán. Un texto elaborado tanto para la audiencia doméstica como global y en el que, más allá de la reafirmación de su posición sobre Taiwán, las autoridades chinas mandan un mensaje de tranquilidad a las empresas extranjeras.
En todo caso, si bien consideramos que no hay riesgo de un conflicto armado a corto y medio plazo, y que tanto China como Taiwán son mercados de oportunidad para las empresas navarras, nos gustaría terminar con tres recomendaciones, más o menos importantes, en función de nuestro sector de actividad.
En primer término, conviene recordar que la economía china y taiwanesa están actualmente muy relacionadas. Con independencia de tensiones puntuales, se puede trabajar con normalidad en ambos lados del Estrecho.
En segundo lugar, determinar con nuestros transitarios la ruta de nuestros envíos y trazar planes de contingencia para afrontar un mayor riesgo de interrupción provocada por la militarización del Estrecho. En otras palabras, es necesario prevenir que las tarifas pueden aumentar, posibilidad de retrasos, necesidad de mayor inventario, contemplar proveedores o rutas alternativas…Una de las lecciones de esta crisis es que las amenazas chinas hay que tomarlas en serio y que Estados Unidos tiene una agenda propia con independencia de las repercusiones de sus movimientos en la economía mundial.
Finalmente, pero no por ello menos importante, tener en cuenta cómo aparece Taiwán en nuestras comunicaciones (o en el etiquetado de nuestros productos). En muchas ocasiones responden a dinámicas opuestas. Lo que es válido para China no lo es en Taiwán y viceversa. Por tanto, la decisión final dependerá de dónde está el acento de nuestro negocio: si operamos solo con China, solo con Taiwán o con ambos mercados. Pero este es un tema para otro artículo.
*Por Andrés Herrera-Feligreras, socio-director de HERRERA ZHANG